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La ingestión de nuevos alimentos es necesaria para lograr el
desarrollo de todas las funciones corporales del pequeño, así como la
maduración de todas sus estructuras y órganos. Por una parte, hay un
importante crecimiento en peso y longitud durante el primer año de vida.
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Por otra, el importante desarrollo neurológico y psíquico
hace que mejoren sus habilidades para alimentarse:
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A los cuatro meses reacciona ante el pecho o el
biberón, puede deglutir alimentos semilíquidos o pastosos,
y puede empezar a comer con cuchara.
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A los siete meses es capaz de masticar, echa la
cabeza hacia atrás cuando no quiere un alimento,
se lleva la cuchara a la boca y se interesa por los
alimentos, diferenciando sus texturas.
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A los diez meses es capaz de coger una galleta y
comerla solo, puede beber de un vaso o taza;
y por último, a los 12 meses, es capaz de comer con
los dedos, se interesa por alimentos que comen los demás,
diferencia el aspecto de las comidas y muestra sus
preferencias.
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Aparte de esta evolución, existe una importante maduración
hepática, renal y gastrointestinal:
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En los seis primeros meses, mejora su secreción
gástrica y pancreática, aumenta la motilidad de su intestino
delgado y
desarrolla una mejor respuesta inmunológica.
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De los seis a los 12 meses, continúa la maduración de su
sistema digestivo. Esta es la mejor época para
educar su sentido
del gusto y conocer los sabores básicos.
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El ambiente en el que se realizan las comidas
es sumamente importante, ya que influye en su alimentación.Lo mejor que haya tranquilidad,
estímulos para al niño y paciencia si se niega a probar algún alimento
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¿Cómo puedo motivar a mi hijo a que coma bien?
Mantén la calma y ofrécele a tu hijo alimentos nutritivos,
pero deja que él decida cuánto va a comer. Puedes estar segura de que sabe
mejor que tú cuánta comida es suficiente para él. Como regla general las porciones
no deben exceder el tamaño de su puño cerrado.
Mantén un horario regular para las comidas y las meriendas, teniendo en cuenta
las siestas de tu hijo. Ofrece tres comidas regulares y dos o tres pequeñas
meriendas nutritivas. Los siguientes son ejemplos de refrigerios nutritivos:
• fruta
• tomatitos miniatura y cubitos de queso
• yogur con bayas o rebanadas de fruta
• un sándwich pequeño
• palitos de vegetales o pan con humus
• batido de frutas y leche
• torta, bollo o pan con una taza de leche
• frutos secos
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